miércoles, 1 de mayo de 2013

Un Modelo Social del Futuro: (I) Trabajo y Riqueza



diumenge 21 d’octubre de 2012

Un modelo social del futuro: (I) trabajo y riqueza

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fondosypantallas.com



Querido (y cada vez más hipotético) lectorado

Es terrible que ese texto que os voy transcribiendo asegure que nos faltan aún más de veinticinco mil años hasta que logremos alcanzar algo así... Da que pensar, al no estar escrito el futuro, uno de los posibles futuros puede precisa y paradójicamente, el futuro escrito, o la profecía autocumplida...  


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"Quizá defraude a las anarquistas el saber que también ahora existen las políticas (bien, llamémoslas, si se prefiere, responsables electas), pero siguen siendo necesarias, y útiles porque, entre otras razones, la realidad es que la ciudadanía, pese a los continuos referéndums que se efectúan, tiende a demorar indefinidamente en el tiempo demasiadas cuestiones que requieren soluciones y decisiones en un plazo, también de tiempo, en absoluto infinito. 

Pero por si les sirve de consuelo, les diré que, en nuestra sociedad, el Gobierno, Gobierno como tal, así con mayúscula, no existe, porque la única rama del estado que sigue en pie es su vertiente redistribuidora de bienes y servicios, y de hecho así se la denomina, la Administración Redistribuidora de Bienes y Servicios, de alcance y ámbito planetarios, pero que siempre presta sus servicios en todas partes de la forma más descentralizada posible.

Es esa, sin duda, la mejor y más precisa denominación que se le puede dar, pues en nuestro sistema social todos los procesos de generación de bienes y servicios esenciales están encaminados a la satisfacción de las necesidades humanas y no a ningún otro fin, siendo éste un ámbito en el que el dinero carece de validez. No obstante, los restantes segmentos de actividad, incluidos aquellos que ofrecen una alternativa de pago a lo que en principio es para todas gratuito, sí que están regidos por el principio de satisfacer las necesidades de quienes tienen dinero.

Decepcionante, tal vez, pero quizá no tanto, porque la mayoría de las entidades que proveen estos, digamos, bienes adicionales, son cooperativas de trabajadoras, que no son idiotas y, por lo tanto, no se autoexplotan más allá de lo imprescindible, y hoy en día, lo de ser empresaria, como no sea por pasatiempo, no lo quiere ser prácticamente nadie, dado que, aparte de su sueldo como un operario más, la rentabilidad máxima que le puede sacar a su inversión es de tan solo dos puntos por encima del precio oficial del dinero fijado por el Banco Central Planetario que, como el resto de la banca, es exclusivamente de titularidad pública. 

Así que el resto de margen que pueda obtener el o la empresaria, o lo distribuye graciosamente entre todas sus currantes por igual, o se lo queda el fisco, y cuando tiene pérdidas sabe que los caminos que le quedan son o invertir más capital, o regalarle su negocio a la Administración Redistribuidora, que hará con la empresa lo que estime oportuno, lo que no es óbice para que, por supuesto, este ente público le reclame a la ex-empresaria o ex-empresario el pago de la correspondiente deuda pendiente. 

Aparte de todo, la propiedad de los bienes de producción, en cuanto éstos rebasan cuantías relativamente modestas, e independientemente del uso que de ellos se pueda hacer para fines privados, es de titularidad global e inalienable de la Humanidad, como también lo son igualmente todos los bienes inmuebles, la Red y su control o ROM, y las vías de comunicación, incluso las construidas a iniciativa y con capital privadas, ya que, repito, lo único que se admite que pueda quedar en manos privadas es el uso o usufructo, nunca el bien en sí. 

Y si el ser las cosas así llega a desanimar a muchas presuntas posibles emprendedoras, pues que no construyan o levanten nada, ya que nadie les obliga a ello, ni hay necesidad, y en absoluto puede haber nada más hermoso y beneficioso para la vida del planeta que una superficie recubierta en la mayor extensión posible con su correspondiente y variado manto vegetal natural.

Tampoco sería conveniente espantarse excesivamente por el extremo contrario. La propiedad privada existe, por supuesto. La ropa, los muebles y, en muchas ocasiones, los electrodomésticos, los aparatos que permiten el disfrute de las comunicaciones audiovisuales, e incluso a veces algún robot, son de propiedad privada, y cuando nos vamos mudando de aquí para allá, habitualmente nos llevamos todo ese cargamento con nosotras. 

(bueno, quienes cargan con ello en realidad son los robots, claro está, que, además, en cuanto se entienden con sus "semejantes" del nuevo destino, enseguida te lo reorganizan todo a tu gusto, dentro de lo posible, en tu nueva ubicación; es que, si no fuera así, ni de coña nos mudaríamos tanto como lo hacemos, o lo haríamos con lo puesto, y poco más) 


Todo el mundo tiene cubiertas por la Comunidad sus necesidades básicas de manutención, alojamiento, sanidad, educación y acceso a las telecomunicaciones y demás servicios elementales como el agua o la electricidad, por lo que no es imprescindible trabajar para poder sobrevivir, e incluso a cada ciudadana, incluidas las menores de edad, se le asigna semanalmente una pequeña cantidad destinada a gastos de bolsillo o de libre disposición. 

Porque, en efecto, sigue habiendo moneda, y su unidad es la Hora Salarial Básica o HSB, valor equivalente a la retribución por una hora de trabajo en los puestos laborales que ocupan el último peldaño de la escala de uno a cinco y medio, coeficiente con que se mide la mayor penosidad o requerimientos de experturía y demás que conducen a la obviedad de que no todas las profesiones son igual de duras o difíciles. 

Yo estoy en el 2'7 de la escala, lo que no está mal y es de lo más frecuente, pocas cobran por debajo del 1'5, y si se quiere que a nadie, en lo posible, se le pague por debajo de ese 1'5 y al tiempo queremos que haya gente que realmente pueda cobrar el 4'5 o más, la mayoría hemos de aceptar el pertenecer al lado inferior de esta balanza en la que la media aritmética está en ¿sorpresa? 3'25, uno más cinco y medio dividido por dos da tres coma veinticinco, no dos y medio o dos setenta y cinco. 

Si bien es difícil y complejo establecer comparaciones (ya que los modelos económicos actuales son ciertamente un tanto diferentes a los que regían en vuestra época), para hacerse una idea podríamos decir que un HSB viene a equivaler a unos veinte de vuestros euros, o libras, o dólares, o cincuenta reales, o doscientos yuans, o dos mil yens. Aproximadamente, muy grosso modo, y según el momento en que leáis esto. 

Por supuesto que hay Impuesto sobre la Renta, estando también gravado el consumo de bienes de mercado mediante el famoso ICIS o Impuesto sobre la Compraventa e Intercambio de Servicios, y de las retribuciones laborales brutas una parte del treinta por ciento se detrae en origen y se destina a provisión de pensiones y subsidios varios, sanidad general, y educación y formación permanente, así que, como siempre ha sucedido a lo largo de la historia, hoy en día nadie se hace realmente rica trabajando. 

Pero es obvio que las cosas no pueden ser de otra forma si se quiere que sean efectivamente viables en el mundo material, así que todas aceptamos esta realidad sociolaboral con mayor o menor resignación o alegría, según nos coja el cuerpo, pues dependiendo de la óptica con que se mire la cuestión no deja de ser un motivo de honda satisfacción el saber que, gracias a las aportaciones de quienes curramos, estamos en una sociedad donde de verdad las necesidades básicas de todas, incluidas las propias, se hallan en todo momento cubiertas, desde siempre, y para siempre. 

A fin de que toda ciudadana, aparte de lo que cada cual pueda aportar en los terrenos artísticos, didácticos, profesionales y tal, deje algún rastro de aportaciones tangibles para las generaciones posteriores, la mitad de nuestros ingresos líquidos, descontadas las cuotas por la sanidad y la jubilación y también el IRPF, hemos de invertirla, tanto si se quiere como si no, en Deuda Perpetua de la Comunidad emitida por la Administración Redistribuidora, que se la reapropia cuando abandonamos este mundo, y gracias a eso que le terminan quizá saliendo las cuentas al final, que si no, ya, ya. 

A cambio, nos retribuyen con el precio oficial del dinero más un cero coma setenta y cinco por ciento, siendo la única especie monetaria que se puede recibir exenta de toda nueva tributación, y libre también de tasas y demás, pero no de su obligación de, como todo ingreso líquido, ser reinvertida en su correspondiente cincuenta por ciento en nueva Deuda Perpetua de la Comunidad. 

De todas maneras, en nuestra sociedad, aunque el derecho de herencia monetaria está totalmente abolido, sigue habiendo millonarias. La diferencia es que las únicas vías reales para poder lograr alcanzar tal superabundancia son, o bien a través del deporte, si se llega y se permanece en las élites, o bien porque la ciudadanía así lo lleve a cabo por donación voluntaria masiva hacia algún o alguna ingeniosa inventora o inventor, o escritor o escritora, o artista del tipo o género que sea, quedando por último, y como posibilidad abierta a todo el mundo, la vía del azar, porque la ciudadanía tampoco ha renunciado a seguir jugando a la lotería, y constantemente hay nuevas favorecidas por ella. 

Siempre el azar, sí, del que la mayor beneficiaria, no obstante, es la propia comunidad en general, pues se queda directamente con un cuarenta por ciento sobre lo recaudado en apuestas, antes de que se proceda a repartir premio alguno, de los que a su vez carga con el impuesto de la renta a todos los premios superiores a las veinticinco mil HSB, aparte de la tasa del dos por ciento por gestión que se descuenta de todos estos premios y, una vez más, la obligación de la automática reinversión de la mitad del dinero líquido percibido mediante tales premios en nueva Deuda Perpetua. 

Y es que, fiscalmente, esto vendría a ser el paraíso de Draco y Catón, quienes seguramente hasta habrían abogado por una suavización de la actual normativa en vigor, pero sabemos que no se puede cambiar si deseamos que la redistribución siga funcionando, e híper mayoritariamente queremos que siga funcionando, porque a todas nos va muy bien con ella.  

Para terminar de chafar cualquier excesiva expectativa o afán en eso de andar acumulando dinero o patrimonio, cada medio siglo existe el Año del Gran Reparto, que son los acabados en 11 y 61 de cada centuria (con lo que el último tuvo lugar hace ventitrés), y en el transcurso del cual cada quisque ha de regalar a la comunidad desde nada si realmente no tiene nada o tiene doce o menos años, hasta el noventa y ocho por ciento de su riqueza personal global si ésta rebasa el equivalente a los cinco millones de HSB. 

En tales años, la mayoría de la población nos podemos acoger al modelo simplificado, en el que entregamos monetariamente la mitad exacta del valor de nuestras pertenencias de todo tipo, y del inmenso pastón que con tal invento consigue la Administración Redistribuidora, dedica el cuarenta por ciento a sanear el irresoluble tema de sus cuentas y sus deudas perpetuas (aunque se le ha de reconocer que siempre dispone de fondos para las cuestiones realmente esenciales y necesarias), procediendo a repartir linealmente entre la población, incluidas las niñas, el restante sesenta por ciento tan graciosamente así recaudado. 

El saldo, para esa inmensa mayoría que nos acogemos al simplificado, viene a suponer que nos reintegran más o menos la mitad de lo entregado, con lo que para casi todas tal año se salda con una disminución patrimonial del veinte al veinticinco por ciento, lo que no es para tanto si sucede cada cincuenta, o sea, una o dos veces en la vida, y como si son dos lo más probable es que la primera te pille de niño o sin gran patrimonio y se salga, por lo tanto, ganando. 

Pues eso, que a las únicas que les sale por un ojo de la cara esa "redistribución tanto si quieres como si no" es a esas hipotéticas millonarias, que tampoco es que sean tantas, y no me extraña porque, en nuestra sociedad, ¿para qué se necesita ser rica?

Pero si, pese a todo, hay ricas y gente influyente, es porque la sociedad así lo desea o al menos lo permite, y de alguna manera también se ha de subvenir a la necesidad social de que las menores puedan tener posibles referentes más o menos heroicos hasta que comprendan que lo que hay es que nadie debe mandar ni ser mandada, así que incluso en vuestra época se había llegado a la conclusión de que mejor sería que tales referentes fueran musculoso deportivos o pirado artístico musicales que no mafioso políticos o sanguinario militares. 

Pero vaya, en virtud de lo que he ido detallando, la realidad es que, hoy en día, ser ricas para lo único que realmente sirve, vale o ayuda es para poder ser más generosas con las semejantes, para favorecer el arte, y para poder aportar pluses también al bienestar social o planetario, pero para nada más." 


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...o sea como debería de ser... Da que pensar, no me digan que no :-) 

un saludo cordial. 
ET & forrest gump. 
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quo.es




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